jueves, 28 de diciembre de 2017

Korfball I

La historia del Korfball
A principios del siglo XX, Nico Broekhuysen, un profesor que vivía en Amsterdam en los Países Bajos, asistió a un seminario de verano sobre educación física que se celebró en Suecia. Durante los descansos de tal curso, se percató que los hombres y las mujeres jugaban juntos a un juego que le denominaban balón-aro (ringball), un juego sencillo, del tipo de baloncesto, en el que el objetivo era conseguir un tanto mediante el lanzamiento del balón a través de un aro o anillo fijado a un poste de 3 metros de altura.

Lo que sobre todo llamó la atención a Broekhuysen fue el hecho de que el juego se presentaba como una actividad mixta donde participaban en igual de condiciones los hombres y las mujeres, y por eso lo hizo conocer a sus alumnos cuando regresó a los Países Bajos.

Paulatinamente el juego alcanzó popularidad. Aunque el juego original no parecía tener reglas escritas, pronto se hizo evidente que hacía falta algún tipo de reglamentación. Como resultado, Broekhuysen escribió sus propias reglas y reglamento. Esto, junto con varias modificaciones, que incluían utilizar un cesto (en holandés KORF) en lugar del tradicional aro, para poder juzgar mejor los tantos, tuvo como resultado un nuevo juego con carácter propio: el korfball.

Después de ser demostrado por primera vez en 1902, el juego se hizo tan popular que ya en 1903 un gran número de clubes de korfball organizaron una Asociación Nacional de Korfball para regular las competiciones de liga.
La presentación internacional del korfball tuvo lugar durante los Juegos Olímpicos de 1920 celebrados en Bruselas, Bélgica. Aunque dicha presentación tuvo como resultado la formación de la Asociación Belga de korfball, la aceptación internacional iba despacio hasta después de la Segunda Guerra Mundial. 

Las causas de este lento desarrollo pueden haber sido la tradicional separación de hombres y mujeres en las actividades deportivas competitivas. Desde la Segunda Guerra Mundial existen dos factores que pueden explicar la popularidad cada vez mayor del korfball en el contexto deportivo internacional: la introducción universal del baloncesto americano (deporte apenas conocido en Europa y otros continentes antes de la doctrinación realizada por las fuerzas armadas americanas) y el hecho de que la reconstrucción de la postguerra incluyese el establecimiento de muchas instalaciones deportivas cubiertas.

El korfball, que anteriormente se jugaba en un campo similar al del fútbol, ahora tenía que adaptarse a dimensiones parecidas a las de una cancha de baloncesto. El área de juego, ahora más reducida, sugirió una reducción del número de divisiones de tres a dos, y la limitación de los jugadores a un equipo de 8 en vez de 12. Como resultado, el ritmo del juego se aceleró y el número total de tantos marcados en un partido también aumentó.

Hoy en día el korfball se practica activamente en todas las partes del mundo: desde Australia hasta Francia, desde la India hasta Israel y desde Taiwan hasta los Estados Unidos. Recientes demostraciones en los países del este han suscitado gran interés, y se espera que el korfball pronto será un deporte verdaderamente universal.

Historia de Korfball en España
En España el korfball llegó en 1969 por Andalucía, concretamente en Marbella, se extendió por otras comunidades como la de Madrid, Baleares (1973), Asturias (1976) y Cataluña (1980), aunque sólo en Cataluña se ha conseguido implantarlo al nivel de competición.

En Cataluña pronto se empezó a expandir este nuevo deporte. En 1980 y gracias a un curso para monitores nacieron los dos primeros colegios que practicaron el korfball: Liceo Egara y Pedro Viver, ambos de Terrassa de la mano de dos pioneros, Manuel Iborra y Juan José Zurita. A la sazón, Manuel Iborra era director del colegio Liceo Egara de Tarrasa, y encontró en el korfball una actividad deportiva ideal para los alumnos y alumnas de aquel colegio mixto, pues aunaba la condición de deporte colectivo y mixto, favoreciendo la integración y el trabajo en equipo de ambos sexos en igualdad de condiciones.


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